La granja en Goyang, una ciudad al norte de Seúl, "parecía más un calabozo, había poca luz y casi nada de ventilación, así que el hedor a solución de amoniaco hacía llorar los ojos a quien recorriera el lugar", dijo Kelly O'Meara, que supervisa los proyectos internacionales de la sociedad relacionados con animales de compañía. Sin embargo, afirmó, se trata de un negocio en decadencia en una sociedad donde la demanda de carne de perro va a la baja. Entre los más de 800 perros destinados a consumo humano que la Sociedad Humana ha rescatado desde 2015 en siete granjas había canes cruzados y de raza pura, desde un chihuahueño y un maltés hasta varios spaniel y un San Bernardo.